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domingo 7 de julio de 2019

La obligación de cambiar para seguir

El VAR generó mucho descontento, y las constantes polémicas tanto de su uso como de los resultados del mismo demandan ajustes para perfeccionarlo, si es que todavía se lo cree una herramienta que está del lado de la justicia en el fútbol.

El enojo de Lionel Messi es, si se quiere, el símbolo más grande de lo que representó el VAR (del inglés video assistant referee), en la Copa América. Sus constantes críticas pasaron no sólo del procedimiento del mismo, sino también de omisiones en su uso y de decisiones arbitrales con la ayuda de la tecnología.


Mientras la fase de grupos estaba en juego, probablemente lo que más ruido hacía era el tiempo que tomaba el VAR en entrar en acción: primero eran los árbitros que veían las jugadas los que miraban las repeticiones y se comunicaban con el árbitro principal, para luego definir si el que llevaba la mayor autoridad iba a chequear su cobro para mantenerlo o revertirlo. Un proceso que fácilmente podía llevarse unos minutos de juego.


Hubo un episodio, en el juego inaugural entre Brasil y Bolivia, que sembró dudas acerca de si se iba a conocer o no lo que se hablaba con los encargados de revisar cada cobro importante. Néstor Pitana utilizó el VAR y, por un micrófono de ambiente en el campo de juego, lo que hablaba mientras veía la jugada fue captado y reproducido por televisión. Sin embargo, fue la única vez que esto sucedió, pese a que podría haber tenido mayor transparencia.


En las instancias decisivas, donde para las Selecciones ya era a todo o nada, el nivel de enojo con el VAR subió, mientras las polémicas aumentaban en cada instancia. Quizás el mejor resultado que tuvo el VAR fue en el cruce entre Uruguay y Perú por los cuartos de final, donde tuvo participaciones claves (salvo una posición adelantada que generó dudas) y que gracias a ello se llegó a los penales, donde se impusieron los actuales subcampeones, que de otra forma se hubieran sentido perjudicados.


Sin embargo, tres días después de ese duelo llegó el tan esperado cruce entre Brasil y Argentina, donde el local ganó 2-0 pero para la Albiceleste, todas las frustraciones cayeron en el VAR, y específicamente en dos reclamos de penal puntuales, una supuesta infracción de Dani Alves sobre Sergio Agüero, y otra de Arthur sobre Nicolás Otamendi.


Más allá de que la primera protesta (que derivó en gol de Brasil) trae más dudas que la segunda, que parece un muy claro penal, desde el VAR no se le indicó al juez que revise las infracciones, o quizás sí lo hizo pero la respuesta fue no querer hacerlo. La falta de comunicaciones que se transmitan al público que mira este partido es sin dudas una de las graves falles evidenciadas.


Con todas las sospechas en su contra, el arbitraje con el VAR de su lado volvió a despertar las críticas en la final de esta Copa América, en el penal cometido por Carlos Zambrano a Everton, pese a que fue un choque hombro con hombro, algo que el reglamento considera lícito. El chileno Roberto Tobar, las dos veces que miró la repetición de una jugada en la pantalla, muy rápidamente sostuvo sus decisiones, la segunda siendo más que polémica.


Con la AFA casi en guerra con la Conmebol producto de conflictos con el arbitraje y el VAR, termina una Copa América salpicada de polémicas. Mientras esta pelea parece recién comenzar, es vital ajustar ciertas características o procedimientos de esta tecnología, que vino para traer justicia pero muy lejos está de parecerlo.


Posibles cambios pueden ir desde transmitir las charlas entre árbitros y los encargados del VAR televisivamente, darle la potestad al técnico o al capitán de los equipos de reclamar alguna vez por su cuenta el uso de esta tecnología para revisar una jugada, hasta evitar largas charlas entre jueces  y recurrir inmediatamente a la repetición si es que sólo el árbitro principal puede tomar las decisiones. Se deberá trabajar mucho para que esta nueva metodología introducida a este deporte sea tan confiable, como lo son las mejoras tecnológicas en otras disciplinas que tienen muchísimas menos quejas y polémicas.