Hay jugadores que son claves para el funcionamiento del equipo. Pero cuando esos futbolistas no aparecen no hay creatividad y no hay juego. De esta manera, se dan partidos chatos y en donde las pelotas paradas o las jugadas aisladas definen todo. Y eso es lo que sucedió en la semifinal que Croacia ganó ante Inglalterra por 2-1.
En la previa ambos equipos prometían buen manejo del balón. Sin embargo, eso no ocurrió. Por momentos,y más que nada impulsado por el gol de Kieran Trippier de tiro ibre, Raheem Sterling aparecía como el más inquietante de los ingleses. Pero fueron solamente ráfagas. El conjunto de Gareth Southgate apostaba al contragolpe a través de la rápidez de Ashley Young o de Dele Alli. Y con eso inquietaba a los croatas que estaban perdidos en el campo.
Precisamente los de Zlatko Dalic parecían un equipo del montón. Es que los cerebros croatas no encontraban su lugar en el campo. Tanto Ivan Rakitic como Luka Modric, prácticamente, no tenían contacto con el balón y eso se notaba. Pero si hay algo que caracteriza a estos jugadores es la garra y la entrega. Y no por nada, el más destacado no solo de la primera parte, sino del partido, fue Dejan Lovren. El defensor siempre se mostró firme en el fondo y sacaba todas las pelotas que iban al área.
Lo cierto es que los de Southgate , sin jugar bien, pudieron haber ampliado el marcador en alguna situaciones. Sin embargo, en el segundo tiempo le cedieron la pelota a Croacia y eso los perjudicó. También es verdad que Modric no aparecía y, pese a que los de Dalic controlaban el encuentro, realizaban jugadas previsibles, sin sorpresa, sin pases filtrados. Por eso, llenaban de centros el área y daba la impresión que el marcador no se movería. Pero, los ingleses pecaron de inocentes y eso lo pagaron caro ante un rival que nunca resigna la entrega. Y así, los de Dalic obtuvieron el empate que tanto buscaban a través de Iván Perisic, una de su grandes figuras.
Ya en el tiempo suplementario, los croatas, prácticamente, se arrastraban por la cancha. Es que por tercera vez consecutiva iban al alargue, y el cansancio se notaba claramente. Así parecía que iban directo a los penales. Sin embargo, la defensa de Inglaterra volvió a pecar de inocente, quizás producto de su juventud, y permitieron que Mario Mandzukic les diera vuelta el partido.
Así el conjunto de Dalic aprevechó los errores del rival y tuvo esa cuota de suerte que tienen los grandes equipos y que necesitan los campeones. Habrá que esperar hasta el domingo para ver si logran parar a Kylian Mbappé y quedarse con la Copa en su primera final de la historia.