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sábado 16 de junio de 2018

A aprender de la frustración

Nota de Opinión
Una vez más Argentina tendrá el desafío de manejar la presión para seguir adelante. Con un funcionamiento por descifrar, que hizo recordar al tramo final de las eliminatorias, y sin Lionel Messi en sus mejores días, la selección albiceleste se metió sola en la angustia.

Los flashes están en él. Sabe que es la última jugada y se hace cargo. Toma carrera sin perderle la vista al arco, pero su remate, que podía haber sido el tiro libre de la victoria, chocó con la pared glacial islandesa y desató el desencanto del diez. Como en gran parte del partido, se estaba esperando la estocada salvadora, al menos en el resultado, y nunca terminó de llegar. Un debut enredado con varios puntos salientes para atender. ¿Es para preocuparse? ¿Qué cosas son para preocuparse?


En la previa, el rival estaba dentro de los más accesibles del grupo, más que nada si se tenía en cuenta su poco recorrido en torneos importantes a nivel de selecciones. Del mismo modo, el peso específico de sus jugadores no era de temer, aunque el respeto en mundiales siempre es una buena medicina. Sólo para mostrar un caso, el arquero que obligó a Messi, según sus declaraciones post partido, a sentirse responsable por el empate al atajarle el penal se desempeña en el modesto Randers FC de la liga danesa. 


La dinámica que tuvo a Argentina como dominador de la posesión de la pelota mientras que los europeos esperaron detrás de la línea del balón es algo que los dirigidos por Jorge Sampaoli ya conocen a la perfección. No será la primera vez, ni la última que un contrincante elija replegarse con férreas defensas para intentar aguantar el marcador más conveniente. Es acá donde la falta de inventiva y rebeldía no puede aparecer. En un debut, un equipo que quiere pelear arriba no se puede permitir fallar en la contundencia. Un tropiezo.


Otro punto crucial que se desprendió de los noventa minutos fue la dependencia de un sólo jugador. Cuando no está iluminado, el crack del Barcelona se enoja, vuelve a intentarlo y no siempre acierta. Hoy se lo notó solo, lejos y frustrado. No encontró un socio constante, y se encajonó en algunas agrupaciones con Maximiliano Meza y Eduardo Salvio. Por la derecha, este tándem estuvo a la altura, pero no se pudo mostrar aceitada y dejó algunos huecos.


En el cambio de frente, por la izquierda aparecieron los problemas. Ángel Di María estuvo perdido y no hizo pie en su zona de influencia. Su talento, que lo llevó a jugar en los grandes clubes de Europa, brilló por su ausencia a tal punto que el ingreso sobre el final de Cristián Pavón pareció una renovación completa. Lo cierto es que el extremo de Boca tuvo un par de criteriosas y propuso algo diferente. Quedará en el entrenador si debe ser titular o no. 


Al igual que el resto de los debutantes en Copas del Mundo, Pavón estuvo a la altura. Nicolás Tagliafico no desentonó en una defensa que tuvo momentos endebles. Marcos Rojo dudó, y algunos pocos acercamientos islandeses fueron suficientes para que los fantasmas en el fondo volvieran a sobrevolar a la selección.


No es el motivo máximo del traspié, pero Sampaoli confió en viejas fórmulas: Lucas Biglia no estuvo para la función que se necesitaba y Ever Banega fue más de lo mismo. En su defensa, el entrenador se mostró confiado en la conferencia de prensa. Pensando en lo que viene expresó: "Esto recién empieza. Hay que aprender de los que nos pasó".