"Se juega como se vive". Es una de esas frases que se han universalizado en el ambiente deportivo global y, lejos de encontrar un autor de referencia para estos dichos, muchos se la adjudican a sí mismos. Otros, sin antes criticarla, se la atribuyen a Francisco Pancho Maturana. Pero es otro el análisis que engloban estas cinco palabras al llevarlas al plano cotidiano. Lo que pasa en una cancha es una muestra de lo que se refleja en la sociedad. Las bondades y las miserias entran al campo y ahí deja de importar el 4-4-2 o el 4-4-3.
El episodio de inicio de mes que tuvo al juvenil de la Juventus, Moise Kean, fue el que volvió a poner la problemática de la discriminación sobre la mesa. Los incansables trabajos de las federaciones internacionales para erradicar esta práctica discriminatoria parecen que sólo son parches esporádicos. Fue en el choque contra el Cagliari del 2 de abril cuando se dio el llamado de atención: allí y tras ser insultado durante gran parte del duelo, el jugador italiano con origen marfileño festejó un gol de cara a la tribuna rival con un gesto que dio la vuelta al mundo.
Se pudo ver que hasta los propios jugadores locales intentaban calmar a los hinchas. La respuesta no fueron más que insultos enajenados. La violencia, tan común por estas latitudes de Sudamérica, en el viejo continente se trasformó en esa ocasión en algo que la misma FIFA viene repudiando abiertamente desde hace años.
La atención a este conflicto por parte de la casa madre del fútbol mundial no es de estos días. Ya en el año 2001, previo a la Copa del Mundo de Corea y Japón, se desarrolló en Buenos Aires un congreso para intentar dar solución a los casos de racismo y se sentaron bases y principios para las ejecuciones de sanciones de ser necesarias. A su vez, y con un firme compromiso, en 2013 se extendió la tolerancia cero y el riguroso castigo a los infractores.
En este punto y según marca el código de ética del 2017 en su apartado 58, "El que mediante actos o palabras humille, discrimine o ultraje a una persona o a un grupo de personas en razón de su raza, color de piel, idioma, credo u origen de forma que atente contra la dignidad humana será suspendido por un mínimo de cinco partidos. Además, se prohibirá al infractor el acceso al estadio y se le impondrá una multa".
Pero si las reglas están claras y la decisión de castigar es severa, ¿por qué se siguen dando estos episodios? Otro caso que resonó estos días lo sufrió la estrella del Liverpool, Mohamed Salah. El delantero fue blanco de las descalificaciones por parte de fanáticos del Chelsea, que lo trataron de "terrorista" en sus cánticos, en una clara ataque a su nacionalidad egipcia. Es justamente la Liga Inglesa la que ofrece cifras alarmantes en este aspecto, ya que según un informe de Kick it out, organización que busca la erradicación del racismo del fútbol, en el 2017 crecieron un 75% las denuncias de casos, y la mayoría tuvo lugar en las primeras cuatro divisiones.
Gianni Infantino, presidente de la FIFA salió al cruce con un duro comunicado luego de que en la Ligue 1 de Francia el encuentro Didjon y Amiens entre se tuviera que parar a causa de los cánticos discriminatorios contra Prince Gouano. Llamó a "todas las asociaciones miembro, a las ligas, los clubes y los comités disciplinarios a adoptar el procedimiento en tres etapas".
Situación local
En Argentina, la lucha contra la discriminación en las canchas también es algo que aqueja al fútbol y al deporte en general. Suspensiones momentáneas y demoras suelen aparecer con frecuencia para combatir el odio que cae de las tribunas. Estas acciones, todas abaladas por el estatuto de sanciones y penas de la AFA, parecen tener resultado, aunque el cambio social para romper con este conflicto debe ser más profundo. Xenofobia, homofobia, y otras maneras de discriminar son las jugadas peligrosas que más golpean al deporte.