Una definición que estuvo a la altura de una pelea rabiosa. Con la tranquilidad matemática Ardusso llegó al Cabalén a cerrar un año marcada por un auto confiable, pero ni siquiera la pole del sábado fue suficiente para dar un trámite asegurado. El oriundo de Las Parejas se enfrentó en pista con su rival de Chevrolet y consiguió los puntos a fuerza de cautela para adueñarse de una nueva corona.
Ya desde la primera vuelta se pudo palpar la tensión. El ataque inicial de Mariano Werner lo sorprendió en la largada y le arrebató el primer puesto, mientras que Canapino se ubicó tercero, y a la expectativa de un error. La parte inicial de la carrera tuvo a los dos contendientes al título en un cabeza a cabeza en la que primó la cautela del representante del rombo para no arriesgar de más.
Con el correr de los giros, el Peugeot de Werner se escapó en la cima y la diferencia se estancó entre los escoltas. Con este trámite la tabla no sufría modificaciones fuertes, pero la tensión más fuerte llegó en la última vuelta cuando el Cruze desplazó al Fluence Gt y lo dejó tocado. Ardusso con el ánimo de no hipotecar su ventaja no le opuso resistencia a Néstor Girolami y José Manuel Urcera, y finalizó en el quinto lugar de la prueba, algo que le alcanzaba para festejar.
La campaña se coronó en un autódromo que le fue hostil, ya que nunca pudo ver la victoria en el Cabalén, pero sus cuatro victorias de la temporada, con los 200 kilómetros de Buenos Aires como pico de rendimiento, fueron los cimientos para el bicampeonato.
Otro punto saliente que se desliga de la definición gran tarea de Peugeot: El León, que ya no estará presente de manera oficial en la categoría a partir de la próxima temporada, hizo el 1-3 y dejó a la marca en lo más alto en su despedida.