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viernes 19 de enero de 2018

El año después del sueño

Lanús buscará formar un nuevo equipo para repetir los resultados del 2017, cuando llegó a la final de la Copa Sudamericana. Con un entrenador nuevo, bajas sensibles y sólo una incorporación el equipo del sur irá por la Sudamericana.

El 2017 fue para el Granate un año de ensueño, donde estuvo cerca de lograr por primera vez en su historia la Copa Libertadores. Ahora, con bajas sensibles como la de Jorge Almirón, José Sand y Diego Brahieri, buscará la gloria en la sudamericana y repuntar en una Superliga en la que quedó 22º.

Cambiar de técnico, perder al goleador, a un pilar en defensa y repetir los resultados parece misión imposible. Esto es lo que bsucará el equipo del sur de Buenos Aires cuando comience la temporada, donde a poco del inicio tendrá una racha de rivales importantes: River Plate, Racing Club y Rosario Central.

Así llega: En el último semestre mostró dos versiones completamente diferentes: En la Superliga quedó en las últimas posiciones (no corre riesgos en los promedios) mientras que en el plano internacional lució un buen fútbol que lo llevó a la final continental.

Se harán extrañar: Las bajas son el principal problema que tendrá que enfrentar. Jorge Almirón fue el primero en abandonar el barco, el entrenador arregló contrato con Atlético de Nacional para renovar sus sueños propios. Además perdió a un pilar en la defensa, Diego Braghieri, y a su mayor goelador: José Sand. Además dejaron el plantel Maximiliano Velázquez, Nicolás Aguirre, Ignacio Canuto y Fernando Monetti.

Caras nuevas: Es otro de los aspectos esenciales, ya que todavía no acordó la llegada de ningún refuerzo. Ezequiel Carboni se hará cargo del equipo de primera división, mientras que Gonzalo Di Renzo volvió de un préstamo de Patronato. En carpeta mantiene varios jugadores, pero todavía nada concreto.

Para tener en cuenta: En el fútbol argentino lo más difícil de lograr es la regularidad, algo que se le pedirá al equipo de cara a las próximas competiciones. Será complicado para el nuevo entrenador, que no tiene espalda, poder mantener el nivel de un equipo que perdió la base que lo llevó al subcampeonato de la Libertadores. Difícil, pero no imposible.