La Garra no pudo con Hungría y cayó en el tercer juego de la fase de grupos del Mundial de Handball. Fue un contundente 33-15 en contra, que las obliga a hacer un milagro para pensar en clasificar a la siguiente ronda
La primera mitad tuvo dos pasajes claros y distintos. Por un lado, el arranque fue todo para las argentinas que pudieron neutralizar los avances rivales, y quebraron el muro propuesto por las europeas. La leve ventaja de 3-2 era la muestra de la solides del conjunto albiceleste, pero las comandadas por Kim Rasmussen aceleraron y pusieron toda su jerarquía en juego. La alta eficacia de gol provocó la remontada, y les permitió edificar una diferencia de once tantos.
La necesidad de achicar la brecha obligó al entrenador de la Garra, Eduardo Peruchena, a patear el tablero: basó su plan en la superioridad numérica, sacó a la arquera y planteó un doble pivote. Pero la estrategia benefició a las húngaras. Los contragolpes de camisetas rojas inundaron el partido como una ráfaga, y se volvieron incontenibles para las subcampeonas panamericanas.
En el complemento las argentinas intentaron volver a crear los circuitos de juego de los 10 minutos iniciales, pero los brazos de sus rivales se alzaron como cañones para seguir alejándose en el tablero. Otra protagonista importante Janurik. Bajo los tres palos estuvo intratable y desactivó todos los peligros que pudo gestar la Garra.
Fue la peor versión en materia de goles convertidos, pero el jueves habrá revancha. Suecia será otro hueso duro de roer, pero la chance matemática todavía les da vida. Sin puntos en su grupo, Argentina está obligada a ganar los dos encuentros que le quedan para acceder a la siguiente fase del Mundial.