Incluso pese a la última gran temporada del Mónaco, en Francia el mundo futbolero sabe que el PSG tiene un poderío muy difícil de alcanzar por el momento. En el inicio de la temporada para ellos, el conjunto de París ganó su quinta Supercopa francesa consecutiva al derrotar por 2-1 justamente al Mónaco, que fue más en el principio pero sufrió en demasía el desgaste. El duelo se llevó a cabo en Marruecos, ya que es costumbre que esta definición se de en el extranjero.
Con la obtención de la séptima Supercopa en su historia, los parisinos quedaron sólo a uno del Lyon, que tiene la mayor cantidad en todo el país. Gran logro para Unai Emery, que sufrió una de las derrotas más duras de la historia de la Champions League y permaneció en su cargo, y también para Dani Alves, que debutó, metió un gol de tiro libre y ya suma un título en su primer partido.
Pese a haber vendido a algunos de sus mejores jugadores como Bernardo Silva, Benjamin Mendy y Tiemoue Bakayoko, el Mónaco salió decidido a presionar muy arriba, y atacar de manera directa para no dejar acomodar a su rival. La receta empezó siendo todo un éxito, ya que a los 30 segundos Thomas Lemar ya había inquietado con un tiro que se fue por arriba. A los 5 minutos y aún muy incómodo, el PSG respondió con un centro de Adrien Rabiot que remató Dani Alves y forzó una buena respuesta de Danijel Subasic, que también despejó el rebote justo antes de que le caiga a Edinson Cavani.
Una media hora en la que todo salió mejor de lo esperado se coronó con un gol para los dirigidos por Leonardo Jardim. En una contra, Djibril Sidibé se fue sólo hacia el arco y se la picó a Alphonse Areola para adelantar a los suyos y creer que ganar era más que una posibilidad. Los parisinos poco pudieron hacer hasta el descanso, apenas un tiro libre desviado de Cavani y no mucho más.
Todo cambió en el complemento. Con el correr de los minutos, el combo entre conformismo y cansancio llevó al Mónaco a producir muy poco en los 45 minutos finales, mientras que el PSG empezó a crecer paulatinamente. Tras un cabezazo de Radamel Falcao que se fue por arriba, llegó el mejor momento del nuevamente campeón.
A los 50 minutos, Dani Alves se dispuso a patear un tiro libre con el condimento adicional de que el árbitro Noureddine El Jaafari paró la barrera más atrás de lo habitual. El flamante refuerzo brasileño tenía bien claro que era su mejor oportunidad y no falló: metió su tiro en el ángulo para empatar el encuentro. Rabiot primero y después nuevamente Alves tuvieron la oportunidad de darlo vuelta, pero no encontraron el arco en esas dos chances. Mientras tanto, no había respuesta en la otra mitad del campo de juego.
Finalmente, a los 62 llegó el segundo tanto. El brasileño tiró un centro en carrera desde la derecha que encontró a Rabiot con tiempo y espacio, y ésta vez la pelota entró y todo fue alegría en el banco de Unai Emery. Para ese momento, el PSG ya dominaba y construía su juego casi sin dificultades, con un gran nivel del argentino Javier Pastore, así como de Marco Verratti, Thiago Motta y el mismo Rabiot.
La poca reacción sobre en el final tuvo al argentino Guido Carrillo, que entró un cuarto de hora y tuvo un cabezazo que exigió a Areola, y después a Falcao que por la misma vía la envió apenitas desviada. Cuando el juego se terminaba, una polémica pasó desapercibida cuando en un centro la pelota le pegó en el brazo a Rabiot, pero el árbitro interpretó que no fue intencional. El campeón festejó con el pitido final, mientras que el Mónaco demostró que, a pesar de no estar totalmente caído, puede estar atravesando un período de reconstrucción.
Con un debutante que fue gran protagonista por su gol y asistencia, con un técnico que fue discutido pero que comienza otra temporada con fuerzas para obtener títulos, con Ángel Di María mirando desde la tribuna por estar suspendido y con Pastore en cancha, el Paris Saint-Germain quiere volver a dominar por completo en Francia. Empezó con el pie derecho, y ya suma un nuevo trofeo a sus vitrinas.